22/3/17

Tú eliges tu identidad.


Ante las polémicas de «género» que nos sacuden diariamente, observo con claridad aterrada que no nos encontramos ante los albores de una nueva época, transhumana, rodeados de secuaces de Prometeo a punto de robar el fuego de dios(@s) para entregárselo a los hombres (y hasta a cuarenta y tantas identidades más, que no naturalezas), sino ante la repetición escatológica de la escena del conocimiento del bien y del mal en el Jardín: «seréis como Dios». A Nietzsche, que juzgaba un malentendido cualquier moral que predicase el perfeccionamiento, le habría enorgullecido -y enojado- saber que su diagnóstico profético ha empezado a prescribirse con implacable aristocracia. Comoquiera que nuestra época quiere librarse de Dios negando, con el género, la gramática de la Creación, nuestras democracias han decidido imponer como ley a las mayorías el instinto de unos pocos. Su lema soberano, demoníaco, es la respuesta desafiante a la voz de la Zarza Ardiente: Yo soy el que no soy. Abismales, se dedican a borrar con amoniaco el peso irrefutable de nuestra Caída. Puesto que la felicidad se identifica con el instinto, hoy en día el Ser debe re-presentarse en las Redes Sociales, en el Quirófano y en el Registro Civil.

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