14/3/17

Activar protocolos.


Cada vez que se produce un desastre natural o humano, previsible o imprevisto, da lo mismo, pues el impacto mediático hurga en él voraz, nuestra sociedad filistea, consciente de su angustiosa incompetencia crónica y de su neurótico afán controlador, anuncia la puesta en marcha de nuevos protocolos, como si fueran la pócima mágica -homeopática- que garantizase, como dicen sus adalides más cursis, el equilibrio entre libertad y seguridad. Los nuevos protocolos, organizados según el esquema de aplicativos, no recogen ya las normas que rigen una convivencia civilizada, consideradas hoy un freno hipócrita a la expresión de una autenticidad perfectamente estandarizada, sino que pretenden articular un conjunto más o menos sistemático de procedimientos y reglas, a ser posible ligeramente arbitrarios, con los que poner en manos de autoridades intermedias instrumentos de disuasión. Su eficacia es perfectamente descriptible. Aumentan exponencialmente los casos de los comportamientos que se quieren erradicar. Vgr. campañas de prevención de embarazos no deseados; campañas de sensibilización frente a la violencia doméstica, etc. Los protocolos, en fin, son a la ciencia social lo que la casuística a la moral. Cuando funcionan, suelen suplir la decisión moral concreta por una justificación que descargue de cualquier tipo de responsabilidad.

6 comentarios:

  1. Esos protocolos encubren un rollo, como en su origen.

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    1. Aquí cabría añadir un par de lugares comunes pavorosos en su exactitud: la banalidad del mal y la obediencia debida (al protocolo).

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    2. Buen par.
      Y cuando haya acabado con ellos de aquí puede sacar para una vida:
      http://theobjective.com/elsubjetivo/juan-claudio-de-ramon/contra-la-crueldad/

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    3. Con citar a Rorty todo queda meridianamente cegador...

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  3. Rectius: el colgajo no era The Objective sino El Español. Tanto da.

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