10/2/17

No es no.


A las falsas disyuntivas como la que plantea “¡sí o sí!” les siguen inevitablemente, como epítome, las tautologías equívocas. Al afirmar que “no es no” se asume implícitamente que "¡sí o sí!" otro objetivo. En el evangelio de Mateo, Jesús ordena a sus discípulos no jurar. “Sit autem sermo vester: «Est, est», «Non, non»”. Entre el no y el sí rotundamente no hay conveniencia. Lo que uno niega, no es. Lo que afirma, es. Es propio de una sociedad que cree en lo convencional de las significaciones confundir la semántica con la ontología. Una afirmación o una negación pueden deberse a motivaciones, intenciones o causas diversas, pero reducirlas a sí mismas no tiene otra función masturbatoria que, bajo la forma de la coherencia, sustraerlas y ocultarlas para poder hacer lo que ahora es y no es. Es esta una ley fundamental de nuestros filisteos, que los políticos practican con virtuosismo y que podríamos enunciar como principio de no no contradicción: las cosas son y no son al mismo tiempo. Ejemplo: los derechos humanos son universales y dependen de cada cultura. Jamás una adversativa. Todo suma. Es una consecuencia del multiculturalismo que ahora llaman posverdad.

2 comentarios:

  1. Esperamos más exégesis de lugares comunes. Propongo una sobre "tolerancia cero", recientemente abrazada por el estúpido lenguaje vaticano.

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    1. ¡Este es imprescindible! Refulge por su estupidez con derecho (canónico) propio.

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